martes, 26 de noviembre de 2013

Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi, Amor.....



LA PRINCESA BUSCA MARIDO
 (Jorge Bucay)



Había una vez una princesa, que quería encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. Para lo cual puso una condición: elegiría marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un solo día. Se presentaron centenares, miles de pretendientes a la corona real. Pero claro al primer frío la mitad se fue, cuando empezaron los calores se fue la mitad de la otra mitad, cuando empezaron a gastarse los cojines y se terminó la comida, la mitad de la mitad de la mitad, también se fue.

Habían empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los fríos, y solamente quedó un joven.Todos los demás se habían ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 días.
La princesa que había despreciado a todos, cuando vio que este muchacho se quedaba empezó a mirarlo, pensando, que quizás ese hombre la quisiera de verdad. Lo había espiado en Octubre, había pasado frente a él en Noviembre, y en Diciembre, disfrazada de campesina le había dejado un poco de agua y un poco de comida, le había visto los ojos y se había dado cuenta de su mirada sincera.


Entonces le había dicho al rey:
- Padre creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, este es el hombre que de verdad me quiere.
El rey se había puesto contento y comenzó a prepararlo todo. La ceremonia, el banquete e incluso, le hizo saber al joven, a través de la guardia, que el primero de Enero, cuando se cumplieran los 365 días, lo esperaba en el palacio porque quería hablar con él.
Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de Enero.


 El 31 de Diciembre, el día después de haber pasado las 364 noches y los 365 días allí, el joven se levantó del muro y se marchó. Fue hasta su casa y fue a ver a su madre, y ésta le dijo:

- Hijo querías tanto a la princesa, estuviste allí 364 noches, 365 días y el último día te fuiste. ¿Qué pasó?, ¿No pudiste aguantar un día más?

Y el hijo contestó:

- ¿Sabes madre? Me enteré que me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi, Amor, ¿verdad madre?


Cuando estás en una relación, y te das cuenta de que pudiendo evitarte una mínima parte de sufrimiento, el otro no lo hace es, porque todo se ha terminado.

viernes, 22 de noviembre de 2013

LA FLOR DE LA HONESTIDAD


 

Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en un Reino lejano, un Príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado Rey, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.

Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe, pero pensaba que su hija no estaría a la altura del desafío. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración.

Sin poder creerlo le preguntó: “¿Hija mía, qué vas a hacer allá?

Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza, sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura”.

Y la hija respondió: “No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Todo parece indicar que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca de mi amado Príncipe. Esto me hará feliz”

Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el Príncipe anunció el desafío: “Daré a cada una de ustedes una semilla, aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses, será escogida por mí, esposa y futura Reina”.

La propuesta del Príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, además de las costumbres, amistades, relaciones, etc.

El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, pero cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado.

Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado.

Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del Príncipe por unos momentos.

En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas, tamaños y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella.

Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa.

Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con calma el Príncipe explicó: “Ésta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en mi Esposa y Reina: La flor de la honestidad, todas las semillas que entregué eran estériles”.

Leyenda popular china



Maravilloso relato, ¿no? En tiempos donde lo importante parecen ser los resultados, los logros, el éxito, lo visible, cultivar el valor de la honestidad parece un valor perdido, el cual casi hemos olvidado, somos capaces de inventar los más variados argumentos para excusarnos, por no decir me equivoqué, para ser humildes y reconocer que otros tienen la razón, o para decir no sé acerca de esto.

Opinamos sobre todo, juzgamos a todos… La “viveza”, hoy en día comparada con la habilidad, se ha convertido en un valor, encubriendo la mentira, el engaño, la falta de honestidad para con nosotros mismos y los demás. La verdad, la sinceridad, la humildad… no son virtudes exacerbadas. Nuestra sociedad ha confundido el significado de la ÉXITO.

martes, 5 de noviembre de 2013

ROSA CARAMELO

 
 
Rosa Caramelo de Adela Turín, es un cuento sobre una elefanta y su mundo, y como ella lucha por cambiarlo y por romper las normas, ella no se conforma, ella actúa...Os presento un bonito cuento para trabajar la Coeducación y la igualdad de Género.
 
 
 
 





 
 
 
 
Había una vez en el país de los elefantes... una manada en que las elefantas eran suaves como el terciopelo, tenían los ojos grandes y brillantes, y la piel de color rosa caramelo. Todo esto se debía a que, desde el mismo día de su nacimiento, las elefantas sólo comían anémonas y peonias. Y no era que les gustaran estas flores: las anémonas- y todavía peor las peonias- tienen un sabor malísimo. Pero eso sí, dan una piel suave y rosada y unos ojos grandes y brillantes.

Las anémonas y las peonias crecían en un jardincillo vallado. Las elefantitas vivían allí y se pasaban el día jugando entre ellas y comiendo flores.
“ Pequeñas”, decían sus papás, “ tenéis que comeros todas las peonias y no dejar ni sola anémona, o no os haréis tan suaves como vuestras mamás, ni tendréis los ojos grandes y brillantes, y, cuando seáis mayores, ningún guapo elefante querrá casarse con vosotras”.

Para volverse más rosas, las elefantitas llevaban zapatitos color de rosa, cuellos color de rosa y grandes lazos color de rosa en la punta del rabo.

Desde su jardincito vallado, las elefantitas veían a sus hermanos y a sus primos, todos de un hermoso color gris elefante, que jugaban por lasabana, comían hierba verde, se duchaban en el río, se revolcaban en el lodo y hacían la siesta debajo de los árboles.

Sólo Margarita, entre todas las pequeñas elefantas, no se volvía ni un poquito rosa, por más anémonas y peonias que comiera. Esto ponía muy triste a su mamá elefanta y hacía enfadar a papá elefante.
“Veamos Margarita”, le decían, “¿Por qué sigues con ese horrible color gris, que sienta tan mal a un elefantita?¿Es que no te esfuerzas?¿Es que eres una niña rebelde?¡Mucho cuidado, Margarita, porque si sigues así no llegarás a ser nunca una hermosa elefanta!”

Y Margarita, cada vez más gris, mordisqueaba unas cuantas anémonas y unas pocas peonias para que sus papás estuvieran contentos. Pero pasó el tiempo, y Margarita no se volvió de color de rosa. Su papá y su mamá perdieron poco a poco la esperanza de verla convertida en una elefanta guapa y suave, de ojos grandes y brillantes. Y decidieron dejarla en paz.

Y un buen día, Margarita, feliz, salió del jardincito vallado. Se quitó los zapatitos, el cuello y el lazo color de rosa. Y se fue a jugar sobre la hierba alta, entre los árboles de frutos exquisitos y en los charcos de barro. Las otras elefantitas la miraban desde su jardín. El primer día, aterradas. El segundo día, con desaprobación. El tercer día, perplejas. Y el cuarto día, muertas de envidia. Al quinto día, las elefantitas más valientes empezaron a salir una tras otra del vallado. Y los zapatitos, los cuellos y los bonitos lazos rosas quedaron entre las peonias y las anémonas. Después de haber jugado en la hierba, de haber probado los riquísimos frutos y de haber comido a la sombra de los grandes árboles, ni una sola elefantita quiso volver nunca jamás a llevar zapatitos, ni a comer peonias o anémonas, ni a vivir dentro de un jardín vallado. Y desde aquel entonces, es muy difícil saber viendo jugar a los pequeños elefantes de la manada, cuáles son elefantes y cuáles son elefantas,
¡¡ Se parecen tanto !!

 

Adela Turin.
 
 
Dios nos presta la vida por un ratito,
es tonto gastarla en las tinieblas del rencor.
Al tiempo se le caen las hojas secas
y no se puede esperar al amor sentado en la vereda;
hay que vestirse de besos y de sueños
y correr a encontrarlo en cada esquina,
porque el amor está,
nunca falla,
a veces la que falla es nuestra vista.
El amor es el rubio de la vuelta,
o el vecino que está en silla de ruedas,
es la ternura del cachorro que nos mira
y los ojos de un niño que pasman y luchan contra guasones y pingüinos.
Al amor hay que enfrentarlo
y ponerle el pecho,
abrirle el pecho.
Puedo morir aquí,
hoy,
y confesar como Neruda que he vivido,
porque no me gasté la vida en cremas inútiles,
en ropas inútiles,
en vanidades inútiles.
Me gasté los pies corriendo hacia adelante con los brazos abiertos
y no encontré amor esperándome con los brazos abiertos.
Para volar no es necesario tener alas,
Sólo debemos creer en las alas de nuestro corazón.
El mundo es fiesta cuando descubrimos que los amuletos del amor, son los besos
y tenemos las entrañas frescas para seguir pariendo ilusiones.
El mundo es fiesta cuando el amor me mira
con sus ojos ...


Poema de Enrique Torres.




domingo, 3 de noviembre de 2013

GLOBOS DE CORAZÓN...

 
Por ahí me encontré estas hermosas palabras que inevitablemente han salido del corazón de una madre, yo como mamá de tres soles que me iluminan cada día me he emocionado muchísimo y no he podido evitar querer compartirlas...
 
 
Hola hijo:

No puedo escribir sobre tí sin emocionarme. Muchas veces, las lágrimas recorren mi mejilla mientras intento expresar en palabras mis sentimientos. Quisiera transmitir tantas cosas...

Para el día que leas estas frases, retazos de... mi reconstruido corazón, pedacitos de mi alma viajera.
Porque mi alma, que yo creía serena, ha deambulado por cielos y varios infiernos. Buscando encontrar respuestas. Esas que mi razón ignoraba.

 Que complicado es todo. Amar, proteger, y a la vez temer.
Quererte no ha sido difícil. Tu carita es la más perfecta del mundo. Encontrar motivos para protegerte la vida entera no es un sacrificio. Pasaría los años que me restan abrazada a tí, sin hacer otra cosa que acariciar tu pelo y cantarte al oído.

Pero qué tarea más ardua ser payaso en tiempos de crisis. Sonreír cuando tu corazón se te escapa. Cantar cuando la voz se quiebra. Bailar con los pies atados entre sí.

A pesar de perderme y encontrarme, de subir y bajar, de dormir y despertar. A pesar de vivir en continuo desafío. De recorrer llorando desiertos. Sin otra cosa que mis propias lágrimas para beber. De navegar en barcos a la deriva, sin nada más que mis manos para remar.

A pesar de que en ocasiones he mirado a mi alrededor y he gritado en silencio. A pesar de que lucho día y noche contra mis propios dragones de llamas encendidas...

A pesar de todo esto que te cuento, no quiero otra vida que no sea la que me mantenga a tu lado.

No persigo imposibles, no lucho para que un día al despertar no tengas ningún problema.
Lucho para ser el mejor payaso, la mejor cantante, la bailarina más portentosa.

Para que tu vida sea la que yo soñé para tí. Una vida llena de globos de corazón...