martes, 5 de noviembre de 2013

 
 
Dios nos presta la vida por un ratito,
es tonto gastarla en las tinieblas del rencor.
Al tiempo se le caen las hojas secas
y no se puede esperar al amor sentado en la vereda;
hay que vestirse de besos y de sueños
y correr a encontrarlo en cada esquina,
porque el amor está,
nunca falla,
a veces la que falla es nuestra vista.
El amor es el rubio de la vuelta,
o el vecino que está en silla de ruedas,
es la ternura del cachorro que nos mira
y los ojos de un niño que pasman y luchan contra guasones y pingüinos.
Al amor hay que enfrentarlo
y ponerle el pecho,
abrirle el pecho.
Puedo morir aquí,
hoy,
y confesar como Neruda que he vivido,
porque no me gasté la vida en cremas inútiles,
en ropas inútiles,
en vanidades inútiles.
Me gasté los pies corriendo hacia adelante con los brazos abiertos
y no encontré amor esperándome con los brazos abiertos.
Para volar no es necesario tener alas,
Sólo debemos creer en las alas de nuestro corazón.
El mundo es fiesta cuando descubrimos que los amuletos del amor, son los besos
y tenemos las entrañas frescas para seguir pariendo ilusiones.
El mundo es fiesta cuando el amor me mira
con sus ojos ...


Poema de Enrique Torres.




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